Para ser una persona a la que no le gusta especialmente el dulce, disfruto demasiado haciendo repostería.
Tal vez sea por todas las posibilidades de decoración, boquillas, mangas, perlitas, tintes,... me resulta muy entretenido, la verdad.
Así que cuando el otro día (el otro día, ese maravilloso y concreto concepto del tiempo que se sitúa entre ayer y hace 18 meses) fue mi cumpleaños no dudé en preparar algún postrecillo para llevar a clase.
-200 gramos de harina tamizada
-2 manzanas reineta en dados (sustituibles por otro tipo si os gustan más, pero a mi el contraste dulce-ácido me encanta)
-200 gramos de azúcar (moreno o blanco, lo que queráis)
-2 huevos
-1 cucharadita de extracto de vainilla
-100 ml de aceite de girasol
-1 cucharadita y media de levadura
-2 cucharaditas de canela molida
Para la buttercream:
Para la buttercream:
-175 gramos de icing sugar (hay gente que le echa mucho más, pero a mí esta cantidad me parece más que suficiente, más a mi me resulta muy empalagoso)
-150 gramos de queso crema (¡nada de light!)
-150 gramos de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
-Una pizca de canela molida
Preparación del bizcocho:
Vamos mezclando los ingredientes poco a poco con unas varillas. Yo sigo este orden:
Primero el aceite y el azúcar, luego los huevos (mejor de uno en uno), después la mitad de la harina con la levadura y la canela, la mitad de la leche, la otra mitad de la harina y por último la otra mitad de la leche (¡espero haberme explicado bien!).
Llenamos las cápsulas hasta 2/3 de su capacidad para que no se desborden al hornear y lo metemos al horno precalentado a 160º. El tiempo de horneado varía según horno. Se supone que en uno normalito con alrededor de 22 minutos es suficiente, pero el mío es de estos pequeñitos portátiles y necesita casi media hora. Lo que hago es que cuando los cupcakes llevan en el horno alrededor de 21 minutos (¡no abrir la puerta antes de ese tiempo!) los pincho con un palillo. Si sale limpio están listos, si no, hay que esperar un poco más. Con esta receta lo del palillo es un poco traicionero, ya que puede ser que con él estéis pinchando manzana en vez de masa y por eso no salga limpio y hornear más de la cuenta y que queden secos como ellos solos.
Mientras, podemos aprovechar para hacer la buttercream de queso. Para ello necesitaremos una batidora de varillas.
Primero batimos sólo la mantequilla durante unos minutos, hasta que quede bien blandita y manejable. Después el icing sugar (yo lo voy añadiendo por partes). Tenemos que tener cuidado y hacerlo muy despacio al principio, ya que como nos emocionemos y metamos la batidora alegremente en el azúcar y le demos al botón ¡booooom! Naaaavidad y nieeevee por toda tu cocina, pelo, ojos, etc. Cuando ya esté todo integrado, añadimos y batimos la buttercream con el queso.
La ponemos en la manga pastelera con la ayuda de un vaso y yo lo meto siempre en la nevera unos minutos antes de utilizarla (esto hace que la mantequilla se endurezca un poco y el frosting quede más consistente para trabajar con él).
Y con esto ahora sólo queda la parte más divertida: ¡DECORAR!
Al terminar si queréis podéis espolvorear un poquito los cupcakes con canela. Yo llegaba tarde, me puse nerviosa y no llegué a echar una foto en condiciones, pero si os fijáis en la de la caja, podéis verlo.
Un último comentario: que el tema de que la buttercream lleve queso requiere que guardéis los cupcakes en la nevera, así que ya tenemos una excusa para engullirlos cuanto antes para que no se pongan duros como piedras.
¡Buen provecho!
Preparación del bizcocho:
Vamos mezclando los ingredientes poco a poco con unas varillas. Yo sigo este orden:
Primero el aceite y el azúcar, luego los huevos (mejor de uno en uno), después la mitad de la harina con la levadura y la canela, la mitad de la leche, la otra mitad de la harina y por último la otra mitad de la leche (¡espero haberme explicado bien!).
Llenamos las cápsulas hasta 2/3 de su capacidad para que no se desborden al hornear y lo metemos al horno precalentado a 160º. El tiempo de horneado varía según horno. Se supone que en uno normalito con alrededor de 22 minutos es suficiente, pero el mío es de estos pequeñitos portátiles y necesita casi media hora. Lo que hago es que cuando los cupcakes llevan en el horno alrededor de 21 minutos (¡no abrir la puerta antes de ese tiempo!) los pincho con un palillo. Si sale limpio están listos, si no, hay que esperar un poco más. Con esta receta lo del palillo es un poco traicionero, ya que puede ser que con él estéis pinchando manzana en vez de masa y por eso no salga limpio y hornear más de la cuenta y que queden secos como ellos solos.
Mientras, podemos aprovechar para hacer la buttercream de queso. Para ello necesitaremos una batidora de varillas.
Primero batimos sólo la mantequilla durante unos minutos, hasta que quede bien blandita y manejable. Después el icing sugar (yo lo voy añadiendo por partes). Tenemos que tener cuidado y hacerlo muy despacio al principio, ya que como nos emocionemos y metamos la batidora alegremente en el azúcar y le demos al botón ¡booooom! Naaaavidad y nieeevee por toda tu cocina, pelo, ojos, etc. Cuando ya esté todo integrado, añadimos y batimos la buttercream con el queso.
La ponemos en la manga pastelera con la ayuda de un vaso y yo lo meto siempre en la nevera unos minutos antes de utilizarla (esto hace que la mantequilla se endurezca un poco y el frosting quede más consistente para trabajar con él).
Y con esto ahora sólo queda la parte más divertida: ¡DECORAR!
Al terminar si queréis podéis espolvorear un poquito los cupcakes con canela. Yo llegaba tarde, me puse nerviosa y no llegué a echar una foto en condiciones, pero si os fijáis en la de la caja, podéis verlo.
¡Buen provecho!
Uuummmm que rebuena pinta tienen, seguro no quedaron ni las migas, jeje
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